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jueves, 23 de junio de 2011

¿Quién Le Puso El Nombre A La Luna?







¿Quién le puso el nombre a la luna?


¿Habrá sido la laguna, que de tanto verla por la noche decidió llamarla luna?


¿Quién le puso el nombre al elefante?


¿Habrá sido el vigilante, un día que paseaba muy campante?


¿Quién le puso el nombre a las rosas?


¿Quién le pone el nombre a las cosas?


Yo lo pienso todos los días.


¿Habrá un señor que se llama Pone nombres que saca los nombres de la nombrería?


¿O la arena sola decidió llamarse arena y el mar solo decidió llamarse mar?


¿Cómo será?


(Menos mal que a mí me puso el nombre mi mamá.)


Mirtha Golberg


Derecho al nombre y nacionalidad

Mis Tesoros del Colegio Andres Bello




lunes, 20 de junio de 2011

Un balancín casero para niños



Una idea muy original y sencilla para fabricar un balancín para los niños…

La imaginación de los papás mañosos no tiene límites, y si no, mirad esta idea para hacer un balancín casero en el que los niños pasarán horas de diversión y juegos.

Para prepararlo solo necesitaréis una rueda que cortaremos por la mitad. Luego le añadimos una tabla que clavamos a la rueda. La pintamos de verde y le colocamos un par de ojos y la boca y… ¡tachán! Ya tenéis vuestro balancín infantil.




El patito feo



Todos los patitos habían salido ya del huevo. Todos menos uno.
¡Por fin, salió! ¡Qué grande y qué feo era! No parecía un patito. Y todos se burlaron tanto de él que Patito Feo, cansado de sufrir, decidió salir a recorrer el mundo.
- ¡Vete, eres muy feo! -le dijeron los patos silvestres cuando pasó nadando por el pantano.
- ¡Vete, eres muy feo! -le dijeron las ocas cuando pasó nadando por el cañaveral.
Patito Feo siguió su viaje.
Un día, después de mucho tiempo, llegó a un jardín en el que había tres hermosos cisnes.
- ¡Ah, si fuera como ellos! -suspiró. Y decidió acercarse porque estaba demasiado triste para seguir viviendo solito.
Entonces, mientras nadaba, vio su imagen reflejada en el lago. ¡Y su imagen era la de un cisne! ¿Cómo había ocurrido eso?
Era seguro que una mamá cisne había puesto, por error, su huevo en el nido de mamá Pata. Sí, era por eso que tardó tanto en salir del cascarón; era por eso que no parecía un patito; era por eso que había sido un Patito Feo.
- Quédate con nosotros -dijeron los cisnes.
 
Sí, podía quedarse. Ahora ya no era un patito feo: era un cisne, la más hermosa de las aves.








Cenicienta



La vida de Cenicienta era muy triste. Siempre limpiando y fregando la cocina. Siempre viviendo entre cenizas. 
Esa noche, sus tres hermanastras se habían ido al baile del palacio.
"¡Cómo me gustaría bailar con el príncipe!", pensó Cenicienta.
Entonces apareció un hada y dijo:
- Bailarás. Pero tendrás que volver con la última campanada de las doce.
 
Apenas lo dijo, Cenicienta se encontró vestida como una princesa y viajando en una hermosa carroza.
En el baile, Cenicienta bailó toda la noche con el príncipe. Hasta que sonaron las doce y tuvo que partir tan de prisa que, al bajar las escaleras, perdió uno de sus zapatos.
- Con este zapato la encontraré -dijo el príncipe-. Quiero casarme con ella.
Pero como el zapato era muy chiquito, los servidores del príncipe recorrieron el reino sin poder encontrar a su dueña.
Cuando llegaron a la casa de Cenicienta, las tres hermanastras hicieron lo imposible para calzar el zapato. Pero no pudieron, y tuvieron que llamar a Cenicienta.
¡Qué cara pusieron, al ver que ella era la dueña del zapatito! Una cara más agria que el limón.
Pero el príncipe puso una cara más dulce que la miel y, al día siguiente, se casó con Cenicienta.






Por que los niños muerden



Morder es una conducta que algunos niños en edades comprendidas de 1 a 3 años presentan. Existen diferentes razones de porque lo hacen, pero en cualquier caso es necesario enseñarles desde el primer momento las consecuencias que acarrea el morder.

Para poder comprender este problema debemos entender porqué los niños muerden.

Los bebés emplean su boca para explorar, aprender y también para relacionarse. Es una de las partes de su cuerpo que se encuentran más desarrollada. En ocasiones con la dentición necesitan calmar sus encías con lo cual muchas veces muerden porque carecen de autodominio y actúan impulsivamente.

En el caso de niños de 1 a 3 años las razones son diferentes. A esta edad comienzan a socializar, a relacionarse con sus coetáneos, pero aún no poseen un lenguaje ni tienen las habilidades suficientes para comunicarse. Morder es una manera de conseguir un juguete o llamar la atención. También lo hacen cuando están nerviosos o se sienten frustrados: ante situaciones nuevas, la llegada de un hermanito, el ingreso al jardín de infancia… Otros niños sencillamente muerden por imitación.

En edad preescolar la conducta de morder suele desaparecer. A estas edades los niños ya comienzan a tener habilidades de comunicación que permiten la convivencia con sus compañeros. Un niño que muerde frecuentemente en esta etapa puede estar presentando problemas emocionales.

Lo primero que hay que hacer es observar cuando y porque está conducta aparece. Cuando un niño muerde siempre debemos transmitirle que la agresión no es aceptada. Debemos intervenir con rapidez, pero con calma y mostrarle nuestra desaprobación. Hay que explicarle que “no se puede hacer daño” mirándole a los ojos. Si el niño esta jugando debe separarse de la actividad (dos minutos son suficientes), si quiere continuar jugando con los demás tendrá que parar de morder. También es aconsejable que tenga una conducta reparadora: ayudarle a curar al amigo, darle un beso, pedirle disculpas…

Prohibir una conducta no significa que el pequeño entienda cual es la conducta acertada. A los niños hay que servirles ejemplos a seguir; por ejemplo mostrarles nuevas formas de relación, utilizar el lenguaje, esperar turnos, pedir prestado, acariciar a sus amigos…

Cuando el niño exhiba conductas positivas (pedir permiso para coger el juguete de otro niño, por ejemplo) debemos elogiarle, valorarles cuando estén jugando de manera “pacífica” con otros pequeños.

Nunca debemos responder con la misma acción: morder a un niño que muerde es un gran error. Cuando son muy pequeños no pueden relacionar el dolor que sienten con el que causan cuando muerden a los demás. No utilices la violencia ni la humillación para erradicar el comportamiento. Dialoga, háblale con firmeza y coherencia manteniendo siempre la calidad del vínculo afectivo.




La zorra y las uvas



Una vez, la zorra pasó junto a un parral y vio que, muy alto, colgaba un racimo de uvas deliciosas.
En seguida, dio un salto para arrancar las uvas, pero no pudo alcanzarlas.
Tomó impulso, saltó más alto, y nada. Saltó muchas veces, como si hubiese tenido resortes en las patitas.
Hasta que, por fin, miró las uvas con rabia y dijo:
- ¡Bah! ¿Quién las quiere? ¡Seguramente están verdes!
Y se fue caminando mientras repetía:
- ¡Están verdes!
Así hacen muchos cuando no saben alcanzar lo que quieren. Se conforman contándose una mentirita. Diciendo "¡están verdes!". 






La tortuga y los patos



La tortuga estaba aburrida de andar siempre por el mismo jardín.
- ¡Ah! -decía-. ¡Cuánto me gustaría viajar y ver mundo! Pero camino tan despacito que no llegaré muy lejos.
Dos patos la oyeron y se ofrecieron a ayudarla.
- Inventaremos un aparatito para que puedas viajar -le dijeron.
 
Entonces tomaron un palito y, entre los dos, lo sostuvieron con el pico. La tortuga no tuvo más que prenderse con los dientes del palo y los patos remontaron vuelo y la llevaron por el aire.
¡Por fin pudo ver las copas de los árboles, y los techos de las casas!
 
De pronto, se sintió tan poderosa, tan importante, que empezó a gritar:
- ¡Soy la Reina de las tortugas!
- ¡Miren…cómo… vue… lo!... ¡Miren… cóo… o… o…
 
Pero, al abrir la boca, tuvo que soltar el palito y cayó a plomo.
¡Pataplúm! Cayó en el pasto y se dio un gran porrazo, tan grande que estuvo dos días quejándose:
- ¡Ay, ay, ay, ay! ¡Por creerme la Reina de las tortugas, ahora soy la Reina de los chichones!
Nunca hay que creerse demasiado importante. Porque se puede subir de repente, como la tortuga. Pero también se puede volver a bajar.




El gato y los ratones



Había una vez un gato muy cazador que no dejaba en paz a los ratones. Los ratones, del miedo, no salían de sus cuevas ni para ir a comprar queso a los ratones queseros. 
Un sábado por la noche, el gato se fue de parranda y los ratones aprovecharon para reunirse.
- Tenemos que unirnos y luchar contra el enemigo gato -dijo un ratoncito.
- ¡Vivimos con el corazón en la boca! -dijo otro.
Entonces, un ratón viejo y sabio propuso lo siguiente:
- A este gato hay que agarrarlo dormido y atarle al cuello una cinta con un cascabel. Cuando oigamos ¡tilín! ¡tilín! Sabremos que se acerca. Y cuando no oigamos ¡tilín! ¡tilín! nos pasearemos tranquilos.
Era una idea genial. Todos la festejaron mucho. Pero… ¿quién le ponía el cascabel al gato?
- Yo no sé poner cascabeles -dijo un ratón.
- Yo no sé atar cintitas -dijo otro.
Uno por uno, todos se disculparon. Y, a pesar de que habían aplaudido al ratón sabio, nadie se atrevió a ponerle el cascabel al gato. Porque es fácil decir: "Hay que hacer esto. Hay que hacer aquello". Pero hacerlo es mucho más difícil.








El zorro y la cigüeña


Un día, el zorro invitó a la cigüeña a comer un rico almuerzo. El zorrito tramposo sirvió la sopa en unos platos chatos, chatísimos, y de unos pocos lengüetazos terminó su comida.
A la cigüeña se le hacía agua el pico, pero como el plato era chato, chatísimo, y su pico era largo, largísimo, no consiguió tomar ni un traguito.
- ¿No le ha gustado el almuerzo, señora cigüeña? -le preguntó el zorro relamiéndose.
- Todo estuvo muy rico -dijo ella-. Ahora quiero invitarlo yo. Mañana lo espero a comer en mi casa.
Al día siguiente, la cigüeña sirvió la comida en unos botellones altos, de cuello muy estrecho. Tan estrecho que el zorro no pudo meter dentro ni la puntita del hocico.
La cigüeña, en cambio, metió en el botellón su pico largo, larguísimo, y comió hasta el último bocado. Después, mirando al zorro, que estaba muerto de hambre, le dijo riendo:
- Por lo visto, señor zorro, le ha gustado mi comida tanto como a mí me gustó la suya.
El zorro se fue sin chistar, con la cola entre las piernas.
Porque el tramposo no puede protestar cuando le devuelven su trampita.



lunes, 18 de abril de 2011

Recetas Infantiles


Cuando los niños comienzan a concurrir al jardín infantil , se inicia una etapa en la cual necesitas recetas de comidas infantiles, que resulten atractivas y nutritivas. Los más pequeños aumentan sus actividades cotidianas, por ello necesitan comidas que los ayuden a afrontarlas.
Si tu hijo necesita reponer energías después de un día agitado se deben alimentar con comidas que  deben contener los nutrientes necesarios para que tu hijo crezca sano y fuerte.


Trufas de leche y miel

Ingredientes
  • ½ taza de miel.
  • 1 taza de leche en polvo.
  • ½ taza de pasta de maní.
  • ½ taza de pasas de uvas.
Preparación

Poner en un recipiente todos los ingredientes. Mezclar bien. Tomar la masa con las manos, amasar. Preparar trufas con dicha mezcla.

El sol y la luna se van a casar

papá ratón llegó contando, que el sol y la luna se van a casar

mamá ratona dijo, que ese matrimonio no duraría, porque separado el sol de la luna siempre estaría

abuela ratona dijo, que tendrían como hijas las estrellas e hijos los cometas y como padrinos ella quería, fueran los planetas

el ratoncito mayor dijo, que todos estaban equivocados, porque el sol se casaría con una “sola” y la luna con un “luno”, el sol tendría hijos, pero con tantos, con noche no quedaría lugar alguno

grillos, sapos, renacuajos, ranas y búhos, no tendrían mas noches para cantar y por eso el ratoncito mediano se puso a llorar

papá ratón llamó a la cordura, pues no había pareja para ellos, porque no se conocía ningún otro sol, ni otra luna, quizás en otra galaxia, pero mas de cien mil años esa búsqueda dura

y para terminar esta querella, el ratoncito mas pequeñito sueña, con que la luna se enamore de una estrella y el sol de una flor bien bella



Caracol Caracolito, el niño más noble y bonito.

Buen país era un lugar muy hermoso donde solo habitaban animalitos exóticos y de toda variedad, Caracol Caracolito era uno de los habitantes de ese lugar, solo que siempre estaba de mal humor, nada le ponía feliz, siempre con una carita muy seria.
La señora Caracola quería tanto a su hijito, que no se daba cuenta de nada. Un día llegó de visita la Sra. Tortuleta, la vecina más anciana y sabia del lugar, - Señora Caracola, ¿qué cree?, le traigo una buena noticia, Godorro (el gusano reportero de Buen País) anunció con su bocina escandalosa que mañana en el parque Caramelo habrá un concurso para niños obedientes, el que mejor corazón tenga y sea un buen ciudadano se hará acreedor de una linda casita de dulces, la cual es tan bonita que todos en Buen País, quieren vivir en ella.
-¡Qué bien!- Dijo la Sra. Caracola con gran alegría, -estoy segura que mi Caracol Caracolito será el ganador, él si es noble y de buen corazón, además de ser tan bonito y educado, a él no le gusta juntarse con los demás animalitos groseros de buen país-.
Por ahí se encontraba el Sr.Godorro, quien dijo para sus adentros:
-¡Si cómo no!,si supiera que su Caracolito no saluda a nadie y siempre está de mal humor, pero doña Caracola tiene la culpa por tratarlo todavía como un bebé y no permitir que se integre con los demás animalitos-.
Mientras tanto los niños de buen país: Gusi el gusanito, Tola la Tórtola, Guita la tortuga y Bajo el escarabajo se inscribían en la lista del concurso de los niños obedientes.
Por otro lado, las señoras abejitas se encargaban de adornar el parque Caramelo con paletas de miel y flores hermosas, además de limpiar perfectamente la casita para que todo estuviera perfecto.
Cuando la Señora Caracola inscribió a su hijito Caracol Caracolito en la lista de participantes, todos se le quedaron viendo un poco admirados pues nunca se imaginaron que ella se atreviera a inscribirlo en el concurso.
Llegó el momento esperado, todos los pequeños animalitos habían llegado relucientes con sus mejores atuendos, Caracol Caracolito aunque a regañadientes también llegó muy peinadito y bien vestido e impecable, escuchando los consejos de su madre – No te ensucies, no te despeines, no te juntes con los demás animalitos, pórtate bien-
Antes de seguir contando esta historia, olvidé decirles que la Sra. Caracola era una mamá muy posesiva, siempre quería vestirlo y peinarlo como a ella le gustaba, nunca dejaba que Caracolito eligiera, entonces a él, eso se ponía de mal humor y la verdad, le daba un poco de pena entrar al concurso, en realidad no era tan malo como pensábamos pero las exigencias de su madre lo ponían de mal humor y pensaba que todos en buen país querrían hacer lo mismo con él, además no quería causarle disgustos a su madre, por eso no les hablaba nunca.

En el parque Caramelo también se encontraba una dama regordeta, con su falda redondita y una gorra floreada bordada por ella misma, la Señora Tortuleta, a quien habían invitado para ser la juez de ese concurso. Pero….. ¿Qué Don tenía Tortuleta para elegir al más noble y buen ciudadano de este lugar?, todos se veían tan angelicales a excepción de Caracol Caracolito que tenía cara de malhumorado.
La señora Tortuleta podía ver más allá de lo que todos normalmente vemos a simple vista y pudo percibir la carita triste de Caracol Caracolito.
Habló primero con su madre la Sra. Caracola y con sabias palabras le dijo al oído, -debes dejar elegir a tu hijo, él está creciendo y no te has dado cuenta, ¿le preguntaste si quería entrar al concurso?, ¿realmente quería vestirse así tan formal?, ¿dejaste que él también opinara? ¿Le has preguntado si le gustaría integrarse con sus compañeritos para jugar?-..... Con una carita angustiada la Sra. Caracola exclamó, -¡Nunca lo he hecho!-

-Entonces-, dijo Tortuleta - ve y pregúntale y comunícate más con tu hijo, estoy segura que es tan noble como tú dices pero ante los demás se comporta así porque tú lo tratas como si fuera un bebé y ya no lo es-.

-Es verdad-, dijo doña Caracola para sus adentros, -es que quiero tanto a mi hijo que inconcientemente le he hecho daño al no comunicarme con él y al no escucharlo-.
-De ahora en adelante, hablaré con él y seguiré dándole buenos consejos pero debo también aprender a escucharlo. Entre los padres e hijos siempre debe haber una buena comunicación, además él ya está creciendo y sus inquietudes y aprendizaje también-.
Caracol caracolito no ganó el concurso, pero ganó la confianza y la comunicación con su madre, desde ese día se volvió bueno y obediente, también aprendió a escuchar los buenos consejos de su madre. Desde ese día tuvo muchos amigos y siempre estaba de buen humor.





viernes, 15 de abril de 2011

El inicio de la sexualidad en los niños,
un reto para los padres



Cuando los niños empiezan a crecer notan la diferencia que existe entre el cuerpo de un hombre y una mujer. Lo más natural es que pregunten el porqué de esas diferencias.


Aunque resulta complicado hablar de sexualidad con menores de edad, tocar el tema abiertamente previene trastornos de la identidad sexual y, en instancias más delicadas, acoso por parte de personas mayores.

Si bien es cierto que el niño no identifica entre el bien y el mal, hablar de sus partes íntimas es el primer paso para inculcarle respeto y amor por su cuerpo. Sin embargo, no es la primera aproximación que él tiene con su sexualidad. Tan pronto nace, fija su mirada en la madre. A los 3 meses se observa y toca sus manos. A los 8 se chupa el dedo gordo del pie. Y es sólo al año que se da cuenta de que tiene genitales; edad en la que se los manipula.

Pero no se angustie. Esto es natural. No obstante, debe ser entendido, educado e informado a tiempo por los padres, pues son el estímulo para un desarrollo normal sexual del niño.


La actitud de los padres es definitiva al momento de estimular las conductas propias del sexo de su hijo. Por ejemplo, a una niña desde los 3 años se le debe explicar que algún día será madre y que es diferente a un hombre en su forma de actuar.


Según el siquiatra infantil Álvaro Franco Zuluaga, “a esta edad hay que favorecer los contactos con los niños del sexo opuesto, porque esto le facilitará una mejor comprensión de su identidad sexual”.


También exploran su cuerpo y el de otros a través de los juegos como representar a papá y mamá o a los médicos. Esto lo hacen con el fin de satisfacer su curiosidad, una actitud normal hasta los 5 años.

A los 3 años el niño también comienza los procesos de separación e individualización, es decir, empieza a ser autónomo y a solicitar privacidad. “Desde esta edad los niños deben estar solos en el baño haciendo sus necesidades y a los 4 años vestirse sin ayuda”, señala Franco.


El baño con los padres se debe hacer hasta los 5 años, porque perciben de una forma más clara las diferencias sexuales de los órganos, lo que se convierte en una manera para generar sensaciones nuevas en los pequeños.


Según el siquiatra Álvaro Franco, el abuso sexual normalmente lo hacen personas cercanas a la familia. Empieza con toques, continúa con regalos y termina en penetración. Los síntomas son inmediatos y perjudican el sistema general de su cuerpo y mente. Los signos de alerta pueden ser:

* Sienten su cuerpo sucio.

* Dejan de dormir y de comer.

* Lloran y se vuelven inseguros.

* Aumenta el estrés.

* Les cambia la autoestima.

* Se sienten personas no queridas.

* Se vuelven agresivos, mentirosos y podrían hacer lo mismo que hicieron con él.

Háblele siempre con sinceridad y amorosamente. Esto generará confianza en el niño, tanta que él mismo se referirá a su sexualidad evitando, en el futuro, juegos sexuales poco saludables.


Cuando pregunte por el cuerpo no le diga “esas cosas son de adultos”. Esto hará que se inquiete y se sienta inseguro.

Respete la privacidad de su hijo. El ejemplo de esta empieza en casa.Incúlquele que nadie tiene derecho a tocarlo, a espiarlo, ni a abusar de él y que cuando pase esto hable inmediatamente.

Cuando al niño no le infunden su identidad sexual, no le hablan con la verdad, lo cohíben de juegos y no hay un modelo a seguir de su mismo sexo, podría crearse en él un trastorno en su conducta sexual. Los tratamientos para controlarlo solo funcionan en un 5 por ciento. Por lo cual, los padres deben aceptar y tratar de inculcarles actividades de su propio género.

Este trastorno se detecta a los 4 años, cuando:

La niña dice que le va a crecer el pene.
No se divierte con juegos de su propio sexo. Esto es normal sólo hasta los 4 años.
El niño se maquilla, se pone los tacones o la ropa de la mamá. Según los expertos, si lo hace, por ejemplo tres veces, no hay problema.
El niño canta canciones interpretadas por mujeres. Si es transitorio, por tres meses, no hay inconvenientes.


Mónica Toro
Redactora Abc del bebé